Con frecuencia nos debatimos en la ya trillada controversia que existe entre la Biblia y la Ciencia, de hecho en todos los apartes de nuestro sitio web hay citas bíblicas para “enriquecer” tu viaje a través de los kit de Ciencia y Tecnología, pero ¿cómo puede ser eso de hablar de Ciencia, de experimentos científicos y en este siglo aún citar la Biblia?, ¿cuál es el propósito de citar este libro milenario que para muchos o para pocos no cuadra y cuya lectura parece tener sentido solo para ciertos momentos de nuestra vida?
Tal vez Copérnico, a principios del siglo XVI, fue quien abrió el debate al sugerir que la Tierra se mueve alrededor del Sol, un hecho inaceptable para los líderes religiosos por aquello que dice que primero fueron los Cielos y luego la Tierra, pues bien, este artículo por supuesto es solo una opinión al respecto, es imposible resolver las dudas que cada cual tiene, por lo que el único objetivo al cual nos podemos delimitar es sencillamente a opinar y esperamos hacerlo con respeto hacia ti, hacia tus creencias porque todas son válidas, aún si no crees en nada, de eso se trata el libre albedrío, en verdad no pretendemos convencer a nadie de nada, solo es nuestra reflexión, y estan respetable como la tuya.
Podemos hablar de muchas cosas porque el tema da para escudriñar sobre cada detalle, pero tal vez el evento clásico sobre el que la discusión se puede plantear es sobre aquel que según la física moderna dice que dio lugar al tiempo y al espacio: El Big Bang. Este evento cataclísmico despidió con rudeza las partículas subatómicas desde el epicentro de la explosión, después la gravedad contrajo estas partículas y nacieron los átomos, el primero de los cuales fue el Hidrógeno (el más elemental: en electrón y un protón), con el tiempo los átomos de Hidrógeno empezaron a friccionar hasta que se creó una nube tan densa y tan caliente que se desencadenó una reacción termonuclear convirtiéndose en Helio: nacieron las estrellas. Algunas de ellas, las de mayor masa, implosionaron y se transformaron en lo que se conoce como supernovas y en esa explosión aparecieron nuevos elementos “pesados” (Carbono, Oro, cobre, Hierro, etc) que componen lo que llamamos Planetas.
Esta secuencia parece lógica y hasta sencilla, a excepción de un detalle: normalmente las explosiones terminan en un evento destructivo, generalmente nada se construye a partir de una detonación, ¿ó si?, pero el Big Bang concluyó en un universo, y para que eso fuera así fue porque algo exótico pasó, y es lo que la física moderna conoce como el “Problema de Planitud” inicialmente formulado por Robert Dicke en 1969 y el cual se centra en un punto: la velocidad con la que el Big Bang lanzó las partículas subatómicas.
El núcleo de la discusión del “Problema de Planitud” es que si esta velocidad hubiese sido muy alta, la gravedad formulada por Einstein-Cartan-Sciama-Kibble no hubiese podido atraer las partículas y nunca se hubiese formado ningún átomo (mucho menos estrellas y planetas), pero por otro lado si la velocidad hubiese sido muy lenta, la gravedad hubiese absorbido absolutamente todo y se hubiese formado una amalgama, algo así como los famosos agujeros negros, desde donde tampoco se podía crear nada, porque no escapa ni la luz … entonces hubo un punto único de esa explosión en la que la velocidad no podía ser ni tan alta ni tan baja a partir del cual se pudo formar lo que conocemos como Universo, la pregunta de este problema de la física moderna es ¿cuál es el margen de error que tuvo esta velocidad para que la explosión del Big Bang culminara en el Universo que conocemos? Los físicos lo estiman en 1 x 10 potencia 62, en términos más entendibles: tuvimos solo una oportunidad en millones de millones de millones (62 ceros) ¡qué suerte! ¿no?Mucho se ha escrito al respecto porque entre más aprendemos más interrogantes aparecen, y es en esa incertidumbre en la que algunos optan por creer que todo lo que somos es fruto del azar, que tal vez somos accidentes sin propósito (porque por definición ningún accidente puede tener un propósito premeditado) y otros optamos por creer que el Universo tiene un orden, que no fue suerte y que somos una creación con propósito y que así como la silla, el reloj y el trasbordador fueron diseñados por alguien y para algo, pues tu y yo también lo somos, y hay un Arquitecto del Universo.
Tu tienes el derecho de creer o no, de hecho nadie, por inteligente o docto que sea, es capaz de afirmar como nació todo y por eso se llama FE al hecho de creer en algo que ocurrió sin que estuviésemos ahí para testificar (por eso técnicamente un ateo también expresa su FE cuando afirma su versión de lo que ocurrió), pero para nosotros es como Maimónides escribió “El único camino para conocer a Dios es a través del estudio de la Ciencia, y por esta razón la Biblia comienza con una descripción de la Creación”.Un abrazo,Equipo de Juguete Smart
Bibliografía:
- Finding God in Science (David Forhrman, AlephBeta)
- El gran debate entre la ciencia y la Biblia (Gerald Schroeder)